EL INCENSARIO Y LAS CRISMERAS

Depositadas actualmente en dependencias diocesanas de El Burgo de Osma para evitar su robo, dos notables piezas litúrgicas de la parroquia de Osona han pasado desapercibidas para los estudiosos: un incensario de Francisco del Bado no mencionado en las publicaciones sobre este platero ni en los libros o artículos sobre la platería de Soria y unas crismeras de singular hechura, también inéditas, que yo sepa.

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Crismeras: recipiente ovalado en forma de caja de plata de 13 por 5 cm en la embocadura y 5 cm de altura, más 2 cm de la tapa, con borla circular de agarre a la que falta el remate. Una inscripción ocupa la mitad del borde de la tapa: “ESTAS CRISMERAS DIO EL DOTOR ADRIANO DE QVENCA”. No consta fecha. En la otra mitad del borde un dibujo esquemático grabado. Sin decoración en el resto de la caja. En el interior los tres recipientes clásicos se enroscan a la base, tienen forma troncocónica, con un perfil cóncavo en la parte inferior y en la superior y entre ellos un cuerpo liso, en el que se ha grabado de forma tosca una F, una cruz y una O. La tapa de los recipientes es lisa con una O, una cruz calada dentro de un círculo y asa perdida en el marcado con la F. No se aprecian punzones.

El Licenciado Adriano de Cuenca y su hermano el Arcipreste de Osma son mencionados en el proceso de Carranza (1562) por el dominico Fray Juan (o Tomás) de Peñalva, natural de Burgo de Osma, entre los que saben que una cruz muy rica que se intenta regalar a Su Santidad es del Obispo de Osma y no del Arzobispo de Toledo como sospechan los inquisidores (https://archive.org/details/fraybartolomecar02carr/page/n10/mode/2up?q=Adriano+de+Cuenca). Así mismo el Doctor Adriano de Cuenca, vecino de Soria, figura como testigo en la escritura entre Beatriz de Beaumont y Santa Teresa de Ávila, ante el escribano Francisco de Trujillo, para la fundación de un convento en Soria (14 de junio de 1581).

Incensario: de plata en su color (con cadenas modernas de acero) de 5 cm de altura en el brasero y de 12 cm en el cuerpo de humo. Debajo de la base: burilada, punzón con la marca de Aranda de Duero, que reproduce las armas de la villa: torreón o castillo almenado sobre un puente de tres ojos; punzón personal del platero Francisco del Bado con disposición de T invertida: una F, que tiene un punto encima, sobre las letras BAO de su apellido (frustra, aquí no se ha marcado bien la O); otro punzón similar, también frustra, en que parecen apreciarse una F sobre B¿A, (una especie de ¿ pero con la abertura hacia la izquierda) que no he encontrado en ninguna publicación, mientras que los otros dos punzones aparecen siempre unidos en otras piezas publicadas. Podría tratarse de punzones de artífice y de contraste o marcador. 

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Es una pieza de estructura sencilla, formas lisas grabadas en el brasero, de perfil convexo, y dibujos calados en forma de ce en el cuerpo ligeramente troncocónico, cúpula con borde inferior saliente y manípulo de perfil convexo sin decoración rematado por la anilla de agarre. Un ejemplar similar en forma, medidas y decoración, de propiedad particular, ha sido publicado por Iglesias (1992:177): pie circular, cazoleta de perfil convexo, decoración con ces y formas vegetales, cuerpo de humo formado por cuatro paneles calados y casquete semiesférico. “Sigue el modelo de sencilla composición propia del siglo XVII con formas de rotundos volúmenes y una marcada abstracción en las labores decorativas”. En la misma publicación se citan un cáliz de Moral de Hornuez (Segovia) y una custodia y copón de Sotillo de la Rivera (Burgos). Con obras documentadas entre 1682 y 1693, algunas de ellas en Soria: custodia de Castro, copón de Pedro, incensario de Olmillos, portapaz de Rejas de San Esteban y custodia de Espeja de San Marcelino (Herrero 2000:383; 2002:96 nota 176), Francisco del Bado se muestra como un profesional con sólida formación, que concibe sus obras con volúmenes perfectamente definidos y pervivencias morfológicas de la primera mitad del siglo, pero les impone una visión integradora, con ornamentación bajo el influjo de la óptica barroca, de distribución geométrica y formas de inspiración naturalista. A la amabilidad de D. Alejandro García Torre debo la comprobación, mediante fotografía, de la similitud entre el incensario de Olmillos y el de Osona.

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Naveta: de plata en su color, de 7 cm de alta por 12 de larga y 7 cm de ancha, con la típica figura de navío, con proa en punta y popa cuadrada con crestería saliente a modo de barandilla, ancho puente semicircular, base circular con dos escalones y astil cilíndrico liso sin decoración y muy grueso. No se aprecian marcas ni punzón. Formas lisas, cuerpo adornado con dibujos grabados en ce en los laterales y superficie superior. La decoración es similar a la del incensario y en muchas ocasiones formaban parte de un mismo trabajo.

Otras piezas de platería, también depositadas en El Burgo de Osma son una Cruz procesional (en la actualidad se utiliza una sencilla cruz de madera de 60 por 40 cm con el crucificado de metal) y un Cáliz-custodia, que puede utilizarse para ambos propósitos, compartiendo una misma base desmontable.

Corona de la Virgen: de plata, con perfil troncocónico invertido, el tercio inferior decorado con círculos que se alternan con cuadrados en punta y la parte superior con calados de ces y espejos circulares y cuadrados, con cuatro remates de roleos.

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Rostrillo: de plata, con óvalo central hueco para encajar la cara, mide 17 cm de altura máxima por 14 de anchura máxima, con la parte metálica un poco más grande por arriba 4,5 cm que en la parte inferior 3 cm. Punzón MENESES y punzón cuadrado con M rodeada de rayos. Es una conocida casa madrileña de plateros desde 1840. Decoración con motivos geométricos rodeados por una estrecha orla lobulada con botones y con un remate exterior discontinuo.

De menor valor artístico y material podemos añadir: Portapaz (paxtecum): placa metálica de 15×10 cm. aproximadamente, con remate en arco y figura en relieve, con un asa en la parte de atrás para su manejo, que se daba a besar a los hombres en el rito de la paz. (Desaparecido en 2018). Acetre e hisopo: De latón, sin relevancia artística. Cruz y ciriales: similares a los que podemos encontrar en cualquier iglesia. Media luna de latón, que se puede colocar a los pies de la Virgen.

Alhajas robadas por los franceses

La Real Orden de 2 de junio de 1814 establecía que se formasen listas exactas de lo que se llevaron los franceses: de 25 de septiembre de 1814 hay en el Archivo del pueblo un testimonio de los destrozos y robos realizados por las tropas francesas el día 21 de noviembre de 1808. Un batallón que había dormido en Berlanga y se dirigía a Soria, a las once y media se aposentó en Osona y todo el pueblo se ausentó, lleno de miedo y pesadumbre, no les ultrajasen sus vidas, dice el testimonio. Rompieron todas las puertas de las casas, de la iglesia y del pósito. Traían 350 caballos, que dejaron a trescientos pasos del pueblo, sacaron el trigo del pósito, 68 fanegas, y todo lo demás lo destrozaron. Tan grande era su furia que hasta la puerta del sagrario la partieron de un hachazo. Otro testimonio repite la primera parte del anterior y especifica además que se llevaron las alhajas de la iglesia: un cáliz de plata, una vinajera de lo mismo, una caja de dar el viático a los enfermos y un copón sobredorado; en la documentación del pósito se añade que se llevaron también ropas y ornamentos de la iglesia, y que rompieron la puerta de la casa del Sr. cura párroco y toda la destrozaron. Es probable que la vinajera mencionada fuera realizada por los Ortega: el 12 de mayo de 1609 el obispo Enrique Enríquez otorga licencias a Gregorio de Ortega, de Burgo de Osma, para realizar obras en la diócesis en colaboración con su hijo Jorge, entre ellas unas vinajeras para la iglesia de Osona (Herrero 2002:194).

Otras piezas litúrgicas

El palio (se utilizaba en la procesión del Corpus): tela roja adamascada de 1,70 m por 1,80 y un borde lateral de 26 cm más 7 cm de flecos. En el centro tiene bordada una custodia dorada de 40 cm de alta visible en la superficie inferior (techo) cuando va desplegado, mientras que los laterales llevan la tela roja en el exterior.

El pendón: aunque en su origen medieval los pendones tuvieron una función militar, en la actualidad es eminentemente litúrgica y como pendones parroquiales encabezan las procesiones. Un pendón es un estandarte de mayor tamaño que una bandera, formado por un astil o mástil de madera del que pende un paño o tela más largo que alto. El mástil de Osona mide cinco metros de altura total incluyendo los 20 cm de la cruz de bronce que lo remata. El paño, de tela adamascada, de seda entre tafetán y raso, labrada con dibujos de flores, está formada por cinco franjas horizontales de 50 cm de altas, separadas entre sí por un ribete dorado calado de 3 cm para facilitar el paso del aire,  rematado perimetralmente por un fleco retorcido dorado de 2,5 cm y farpado en corneta, es decir, terminado en el lado batiente en dos farpas o puntas más largas en los extremos superior e inferior (3,30 m de longitud horizontal o vuelo) y más corta en el centro (1,90 m) formando la figura de una uve con el vértice hacia el asta. En vertical el paño mide 2,80 m. Un cordón trenzado desde el extremo superior del mástil y de su misma longitud sirve de remo o viento para ayudar a su manejo especialmente cuando va desplegado, adornado con borlas y una separación central adornada con bolas. La tela es de color rojo carmesí, el tradicional del pendón real de la corona de Castilla. Cerca de la base del mástil se dispone un enganche metálico para fijarlo a cinto o correa. 

El que lleva el pendón se denomina pendonista o pendonero, y el ayudante remador. 

En las cuentas del concejo de 1750 hay un gasto de 660 rs. de hacer el pendón. En las cuentas de la cofradía de la Vera Cruz de 1886 se menciona en el remate de las insignias: Ramón Lafuente “el pendón nuevo” 8 onzas de cera.

Las andas: se siguen utilizando en las procesiones. Plataforma con banzos y sobre ella una peana convexa de 40 cm de altura, 30 cm en la base y 60 cm en el centro, con cabezas de ángeles. En el contrato para el arreglo de la iglesia arruinada en 1841 se menciona entre otras condiciones “que han de gobernar (arreglar) las andas”.

El estandarte: dos palos en forma de cruz, el vertical de 2,20 m rematado por cruz de bronce y el horizontal de 1,05 m con remate de apliques metálicos en borlas de 13 cm. La tela cuelga del palo horizontal y mide en total 1,25 m por 1 m y está formada, en la parte delantera, por una pintura central al óleo sobre tela de la Virgen entregando el rosario a Santo Domingo, de 43 por 60 cm, en buen estado, rodeada de tela en mal estado de 22 cm a los lados y 14 cm arriba y abajo. Termina en una tela colgante en pico central de 24 cm y tela en pico en los laterales. En el dorso pintura en buen estado de dos ángeles de cuerpo entero de rodillas ante una custodia y encima 3 cabezas de ángeles con alas. A los lados dos cordones de hilo trenzado colgantes, rematados en borlas.  Uno de los atributos característicos en la iconografía de Santo Domingo es el perro que le acompaña llevando en la boca una antorcha encendida, iluminando al mundo según el sueño que la leyenda atribuye a su madre durante la gestación. Coincide con el juego de palabras: domingo, dominico, dominicano, domini canis.

En las cuentas de la cofradía de la Vera Cruz de 1886 se menciona en el remate de las insignias: Hermenegildo Cercadillo “el estandarte nuevo” 2 onzas de cera.

En definitiva, una serie de objetos, algunos con valor artístico, otros con valor histórico, otros con valor meramente sentimental, pero todos forman parte del acervo de nuestro pueblo.

Bibliografía

HERRERO GÓMEZ, Javier (2000): Platería soriana 1600-1800. Soria.

(2002): Orfebrería soriana: Siglos XVII y XVIII. Arciprestazgos de Tierras Altas y Pinares. Tesis Doctoral. UCM. Madrid.

IGLESIAS ROUCO, Lena S. y ZAPARAÍN YÁÑEZ, Mª Jose (1992): La platería de Aranda de Duero, siglos XVII y XVIII. Burgos.

Carmelo Lafuente Hernández. 2021.

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